LA CAZA DEL MAL MENOR

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  21.06.07

Se han puesto nerviosos hasta los más indolentes. Comienza la cumbre y no están del todo de acuerdo los 27 miembros de esta inmensa Unión Europea de la que muchos no recuerdan ni de dónde vienen, ni de las lealtades debidas ni del conocimiento de las normas. Y no hablamos sólo de los nuevos y muy serios miembros llegados con la ampliación del 2005. En este magnífico desorden en el que afrontamos la imprescindible apertura de urgentes reformas institucionales no son los polacos los únicos culpables. Ni los británicos, siempre tan a mano para culpabilizar porque en su arrogancia casi nunca se molestan en defenderse. La canciller Angela Merkel y una Alemania sólida como nadie creía estaría en su presidencia en este primer semestre, tienen el derecho y el deber de dejar ciertas cuestiones claras antes de dar el testigo a un Portugal, que tendrá asuntos políticos serios que afrontar, entre ellos la crisis de Kosovo y los Balcanes occidentales que exigen respuesta urgente.
Las amenazas se han disparado en vísperas de la Cumbre. Es difícil creer que vayan a ser efectivas. El presidente de la Comisión, José Manuel Barroso, ha amenazado a Polonia con represalias económicas si no cambia su actitud y se obstina en rechazar nuevas reglas que le quitan poder de decisión. Es cierto que Polonia se muestra soberbia e inflexible. Pero nunca hubo regla escrita en la UE que dictara que un país renunciara a mecanismos de poder previamente adquiridos y todo a cambio de nada más que cariño. Sólo un país aislado y ya hoy íntimamente condenado al desprecio de sus socios como es la España bajo el Gobierno de Rodríguez Zapatero, puede cambiar de posición, con pérdida objetiva de poder, sin mayor perjuicio del ya habido ni preocupación propia ni ajena. Su nivel de irrelevancia política en el exterior y su menesterosidad en el interior, lleva a a este Gobierno a defender la constitución europea, su reforma y todo lo contrario, sin atisbo de rubor.
Hay otros países que, menos introvertidos y menos esclavos de los dictados de sus esclavitudes políticas, defienden aún sus intereses nacionales con mayor o menor acierto, más o menos irritados o irritantes. Por eso, tras dos años de parálisis impuesta, aquí en la UE se han enfadado todos, incluso los que más se han dormido antes. Enfadada parece hasta la desidia misma. Naciones enteras, ensimismadas sin perder un minuto en el proyecto europeo durante años, ahora parecen dispuestas a amenazar a otros y a indignarse porque no hay acuerdos maduros que nos saquen del atasco en el que nosotros, todos, no solo el gentío del NO, nos metimos. Los franceses y holandeses que respondieron, en alarde de ciudadanía, a un proceso que consideraban los despreciaba, nos frustraron un camino institucional que podía habernos condenado. Otros, con referéndum o sin él, respondieron de otra forma y entre ellos el nuestro.
El desafío alemán

Alemania bajo Angela Merkel considera -como muchos otros- que han hecho una buena presidencia, también favorecida por las expectativas creadas por el triunfo de Nicolas Sarkozy, y quiere dejarla marcada como tal. Por ello, como la mayor potencia europea, Berlín quiere salir de la cumbre con un acuerdo que acabe con la agobiante parálisis en la que Europa se sumió hace dos años. No hay que ser Merlín para saber que la famosa «raíz cuadrada» propuesta por Varsovia no será el problema. Alemania sabe perfectamente que debe tener mucho tacto con Polonia, país capital para la nueva Europa, hoy gobernada por seres tan imprevisibles, irresponsables e inconsistentes como España. En todo caso, si baldías son las extemporáneas amenazas españolas que a nadie inquietan y las baladronadas de otros que nada suponen ante vetos efectivos, lo cierto es que puede éste ser un buen año para Europa si Merkel logra pasar a Portugal un cambio general de actitud, una ilusión común y la convicción de que los grandes se han puesto en marcha.

Esta entrada fue publicada en Sin categoría. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario