EL FRENTE POPULAR CALIENTA MÁQUINAS

Por HERMANN TERTSCH
ABC  Sábado, 12.08.17

El acuerdo de Castilla-La Mancha es un paso más hacia ese Frente Popular que es la única forma que tiene Pedro Sánchez de gobernar

«A Rajoy hay que echarle sacando más votos, no con pactos espurios», decía muy ufano García-Page, el presidente socialista de Castilla- La Mancha. «Lo que hoy parece espurio, mañana es necesario», le ha contestado con toda contundencia José Luis Ábalos, secretario de Organización del PSOE y cada vez más consolidado comisario de Pedro Sánchez fustigador de desviaciones, impertinencias y torpezas de oportunidad. García-Page todavía pretendía asegurarse él su acuerdo y su gobierno pero al mismo tiempo mantener mínimamente intacta su fiereza anticomunista desplegada en la pasada campaña electoral y ante las primarias del PSOE. Es decir, que él sí puede formar gobierno con los comunistas financiados por Venezuela y declarados partidarios de la represión criminal que lleva a cabo Nicolás Maduro. Él sí puede gobernar con quienes son enemigos declarados de la Constitución española y montar una constituyente parecida a la del régimen narco-chavista que los protege. Pero en el Gobierno de España, García-Page pretende que no haya «pactos espurios». La contradicción era excesiva. Con una sonora bofetada verbal, Ábalos le ha venido a decir que «lo que hoy te parece a ti espurio, torpe, es nuestro proyecto a corto plazo y lo imprescindible nunca se descarta».
El acuerdo de Gobierno de Castilla-La Mancha es por lógica un paso más hacia ese Frente Popular que es la única forma que tiene Pedro Sánchez de gobernar. Ni puede ni quiere esperar a tener otra mayoría porque ese es su ideal. Sánchez prefiere ser líder de unas fuerzas izquierdistas en las que él pueda aplicar todo su sectarismo ideológico y, pese a ello, ser el aparente factor de moderación de su gobierno. Sería ridículo que esperara a unas elecciones en 2020, con su inmenso riesgo para él, cuando aritméticamente puede forzar el cambio de gobierno antes.

Las alianzas frentepopulistas en las grandes ciudades y en otros gobiernos regionales han demostrado ya que, aunque sus gobiernos son capaces de hacer muchos más y peores disparates que el PP, no se hunde el mundo con el Frente Popular en el poder. El miedo a los socialistas no ha aumentado por su evidente disposición con Sánchez a pactar con los comunistas de Podemos. Mariano Rajoy pierde favor porque su estrategia del miedo ya no compensa el hartazgo. Cunde la desilusión y falta de expectativas, la ausencia de todo proyecto político que vaya más allá de la supervivencia del presidente y sus acólitos. Por eso no le sirven ya en los sondeos los excelentes resultados económicos. Parece que los españoles dan por hecho que se ha salido de la crisis y creen que precisamente por eso es hora de cambiar de discurso y de hacer política. Nadie cree que Rajoy la haga. El Frente Popular calienta máquinas. Se completa así la regresión histórica iniciada en 2004 por Zapatero con el entierro de la reconciliación nacional. Solo un gran golpe de timón, con fuerza política y coraje, podría cambiar el rumbo. Cuando más necesario es, apenas alguien lo concibe.
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